Historia
Historia
Una historia no contada
El arte siempre estuvo en mi camino.
Recuerdo que mi padre gustaba del arte sin llegar a ser un apasionado.
Desde niño, allá por los años 70s observaba maravillado los Camino Brent, Sabogal, Macedonio, Angel Chávez, Humareda, Codesido, Tilsa, Camilo Blas, Teófilo Castillo, Hinostroza, y otros indigenistas que se me escapan, cuyas obras formaban parte de la colección de un tio abuelo muy simpático, que vivía justo frente a mi casa.
Soló daba unos pasos y entraba a este maravilloso mundo mágico del arte, mundo en donde el tiempo no existía, nuestras tertulias de arte acompañadas de anécdotas con la historia de cada obra que formaba parte de su colección.
También le acompañaba a vernisages en su Dodge Coronet rojo vivo, mecánico, todo un elefante que manejaba con poca destreza y exageradamente despacio.
En los 80s empiezo a frecuentar la Galería Camino Brent, Galería con un encanto especial, dicho sea de paso lugar construido por uno de los maestros y símbolo del indigenismo, el maestro Enrique Camino Brent y que fuera su taller, donde conocí a otros maestros en enseñanzas de arte en mi camino, como don Rafael Lemor, su esposa Malvina y su asistente Ángel Flores, que en paz descansen los tres, con quienes a lo largo de los años cultive bella y entrañable amistad.
Galería que rompe con paradigmas y el indigenismo de moda en ese entonces y se aventura a abrir sus puertas a latinoamericanos contemporáneos como Fernando de Szyszlo, Gerardo Chávez, García Miró, Conte, Victor Chab, Pérez Celis, Camporeale, Ferrer y Camacho entre otros.
En esa época de universitario a mediados de los 80s, adquiero con mucha ilusión mi primera obra, un Collage de Johnny Morote , en La Galeria 9 de Elida Roman y Ernesto Zamalloa, cuando todavía funcionaba en la Av. Benavides, obra que vendí en algún momento y que muchos años después regreso a mí como por obra de magia, la cual por cierto esta vez no dejare ir.
Así, poco a poco me fui involucrando más con el arte, visitando muchas galerías limeñas y sus Vernisages , el vino tinto, el Cinzano clasico, los piqueos, sobre todo en Miraflores y San Isidro, como la Galería Trapecio de las hermanas Fuentes, tan gentiles, Moll, Ivonne Briceño, Camino Brent, y otras como la 715, Petroperu, Pancho Fierro, el ICPNA, Alianza Francesa, John Harriman entre otras.
Era costumbre ir a varios vernissages en una misma noche, se hacía una especie de periplo nocturno del arte en Lima, por lo general coincidían los días jueves.
Muchas de ellas ya no están, pero los recuerdos de esos años de esa Lima de noches tranquilas y llenas de arte me despierta cierta melancolía.
Luego viene el terrorismo que frena el arte en general y más aún por el peligro que entrañaba salir de noche.
Pasan los años y empiezo a intentar dar unos pasos como marchand de arte y la verdad vendía uno que otro cuadrito que las galerías me facilitaban. En algún momento dejé por unos años la profesión de Abogacía por el arte. Siempre el arte ocupaba un lugar importante y especial en mi mente, buscando espacios para no alejarme del acontecer y lo que la vanguardia proponía. En los 90s hago varios viajes a NY, colocando algunas obras en ese mercado y de paso crear una red de contactos con Galerías y casas de subastas.
Pasan los años, y en el 2015 luego de 15 años en el Grupo Scharff , como Director Comercial , gran empresa familiar, llegó el momento de vivir con el arte y para el arte mas estrechamente.
En el año 2017 me aventuré a organizar, de manera experimental una muestra de arte latinoamericano, y quedé sorprendido por la acogida que tuvo, en la cual confirme que a la gente le encanta los eventos sociales.
La respuesta fue buena y la experiencia mejor.
* Es así, que el nombre que motiva este espacio, Arte Eureka, es por el hecho de que finalmente seguiré al arte que siempre estuvo en mi camino, viajando por el mundo visitando artistas, galerías y casas de subastas.
Eureka = palabra griega, utilizada para la celebración de descubrir algo.
Esta expresión se debe al matemático y físico griego Arquímedes de Siracusa, cuando descubrió una solución al dilema presentado por el rey Hieron II, ya que este quería saber si su corona era de oro puro o de otra composición.
Termino esta historia, un tanto auto biográfica, con una frase popular que leí por ahí, que dice:
“Cuando lo que te gusta es tu trabajo no es trabajo, es mucho más que eso”
Diego Gutiérrez P.
Director
